La única limitación real del poder son las consecuencias naturales de los «principios» en sí mismos. Somos libres de escoger nuestras acciones basadas en nuestro conocimiento de los principios correctos, no obstante no somos libres de escoger las consecuencias de estas acciones. Recuerda: «Al agarrar una punta del palo, también estás agarrando la otra punta».
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