Había viajado a aquel país movido por una ligera curiosidad y ahora me encontraba en la necesidad de ocultarme, convertido en un fugitivo insensato que ni siquiera sabía quiénes eran sus perseguidores. Y lo más extraño de todo era que en aquel momento, en lugar de aterrorizado, presa total del pánico, me sentía dominado por la excitación.

Quizás, como mucha gente de nuestra sociedad, tú has crecido con la idea de que está mal amarse a sí mismo. Piensa en los demás, nos dice la sociedad. Ama a tu prójimo, nos predica la iglesia. Lo que nadie parece recordar es lo de ámate a ti mismo y, sin embargo, es eso precisamente lo que vas a tener que aprender para lograr tu felicidad en el momento–presente.

No hay árbol que el viento no haya sacudido.

Cuando los clientes quedan atrapados en relaciones basadas en la vergüenza, es necesario capacitarlos para recobrar la midad del poder que por derecho les corresponde. Mientras los clientes continúen estando involucrados en relaciones basadas en la vergüenza, la psicoterapia no puede llevar a cabo cambios duraderos.

El miedo es un zumbido que apaga la intuición.

Una vez aprendemos a hacer sentir de manera diferente a nuestros interlocutores, en vez de hacerles entrar en razón, seremos mejores comunicadores. Además, hacer sentir requiere menos palabras, esto es, menos esfuerzo por nuestra parte y por parte del oyente para recordar nuestro mensaje.

La vergüenza es una perspectiva reducida.

Haz que tu cabeza trabaje a favor tuyo y poco a poco adquirirás la costumbre de no molestarte cuando las cosas vayan mal.

Las situaciones difíciles se hacen más difíciles si se excluyen los pequeños pasos que pueden ayudar.

– Éstos no son los androides que buscáis.
Obi-Wan Kenobi

Permitidme que os cuente una cosa. Soy catalán.
Fuente original en inglés

Aquest 11 de Setembre omplirem els carrers perquè el que volem realment és omplir les urnes.
Sobre la independencia de Catalunya

Que el diablo ampare a la ideología surrealista a fin de que nunca falten escollos en su camino.

Unos van al psicoanalista y yo iba a casa de Chavela [Vargas].

Dondequiera que voy las personas están echando a perder sus vidas. Cada cual tiene su tragedia privada. La lleva ya en la sangre: infortunio, hastío, aflicción, suicidio. La atmósfera está saturada de desastre, frustración, futilidad. Rascarse y rascarse… hasta que no quede piel. No obstante, el efecto que me produce es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero que el mundo entero se descentre, que todo el mundo se rasque hasta morir.