Su conocimiento no ha aprendido todavía a sonreír y a no tener celos; aún no se ha vuelto tranquila en la belleza su caudalosa pasión.

Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien.

En cierta ocasión los animales se pusieron de acuerdo en que no debían traicionar la alegría. Sólo gozarían del derecho a vivir las especies alegres; las tristes tendrían que desaparecer, morir aplastadas por la pesadumbre. Para ello todas deberían someterse a un examen definitivo: hacer reír a la marmota.

Cuando la marmota ríe, hay que remontarse a las causas primeras, remotas, porque tarda en festejar.

Tienes una idea muy rara de lo que significa hablar en serio. Yo río mucho porque me gusta reir, pero todo lo que digo es totalmente en serio, aunque no lo entiendas. ¿Por qué debería ser el mundo sólo como tú crees que es? ¿Quién te dio la autoridad para decir eso?

MABEL CHILTERN –Siempre me dice usted sus malas cualidades, lord Goring.
LORD GORING –¡Y aún sólo le he dicho la mitad, miss Mabel!
MABEL CHILTERN –¿Las otras son muy malas?
LORD GORING –¡Horribles! Cuando pienso en ellas por la noche, me duermo inmediatamente.
MABEL CHILTERN –Bueno, pues me agradan sus malas cualidades. No debe dejar de tener ninguna de ellas.

Don Juan dijo que era un sitio muy seguro por ser demasiado poco profundo para leones, demasiado abierto para nido de ratas, y demasiado ventoso para los insectos. Rió y dijo que era un sitio ideal para el hombre, porque ninguna otra criatura viviente podía soportarlo.