Cada ciencia, como decía Aristóteles, «recorta» o acota para sí un campo de objetos, aplicándose a estudiar las leyes que describen y explican el comportamiento de éstos, reconstruyendo racionalmente ese campo. Puesto que cada disciplina estudia una especie de objetos, es natural que lo haga en un lenguaje específico. Nada tiene de extraño que cada ciencia, aun compartiendo con otras ciencias muchos rasgos, presente rasgos peculiares, que se reflejan en el peculiar lenguaje que utiliza. Cada ciencia se hace (o incluso se puede decir que consiste en) su propio lenguaje, tanto más alejado del lenguaje cotidiano, tanto más «técnico», cuanto más lejana, cuanto menos urgente, «natural» o inmediata aparezca al pensamiento vulgar la necesidad de plantearse los problemas relativos al campo de objetos que constituye el tema de esa ciencia.