Desde mediados del siglo pasado, los matemáticos cada vez están más y más ansioso por alcanzar la exactitud absoluta. Tienen bastante razón, y esta tendencia será más y más marcada. En matemáticas, la exactitud no lo es todo, pero sin ella no hay nada: una demostración que carece de exactitud no es nada en absoluto. Ésta es una verdad que creo que nadie discutirá sin embargo, si se toma demasiado literalmente, nos lleva a la conclusión de que antes de 1820, por ejemplo, no existía nada a lo pudiera llamarse matemáticas, y esto es claramente una exageración.