Incluso los hombres con la moral más noble y honrada que pueda existir son extremadamente sensibles a la influencia de los encantos físicos de los demás. La historia moderna, lo mismo que la antigua, nos ofrece una valiosa colección de lamentables ejemplos del caso al que me refiero. De hecho, si no fuese asi, verdaderamente, la Historia sería poco menos que ilegible.
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