Si consideramos todos los predicados posibles, no desde un punto de vista lógico, sino desde uno trascendental, es decir, teniendo en cuenta su contenido concebible a priori, veremos que mediente algunos de ellos se representa un ser y por medio de otros, un mero no–ser.

Es corriente en nuestros tiempos, como lo ha sido en otros muchos períodos de la historia del mundo, suponer que los más sabios de entre nosotros han visto a través de todos los entusiasmos de épocas anteriores y se han dado cuenta de que no queda nada por lo que valga la pena vivir. Los que sostienen esta opinión son verdaderamente desgraciados, pero están orgullosos de su desdicha, que atribuyen a la naturaleza misma del universo, y consideran que es la única actitud racional para una persona ilustrada.

Tanto el comienzo como el final del tiempo serían situaciones en que las ecuaciones de la relatividad general no estarían definidas. Algunos vieron esto [un universo no estático en sus leyes] como una indicación de la libertad de Dios para empezar el universo en la forma que quisiera.

Es muchísimo más fácil llegar a conocer la tecnología necesaria para construir bombas que naves intergalácticas, y si una civilización no ha llegado a desarrollar la solidaridad, la sabiduría ni la bondad, y consigue un alto nivel científico, más tarde o más temprano utilizará ese conocimiento contra si misma, mucho antes de poder partir a otros mundos.

El origen de universo
es la madre de todas las cosas.
Quien encuentra a la madre
conoce a los hijos.
Quien, al conocer a los hijos,
retorna a la madre,
terminará sus días sin peligro.

Quienquiera que niegue la existencia del inconsciente, supone, de hecho, que nuestro conocimiento actual de la psique es completo. Y esta creencia es, claramente, tan falsa como la suposición de que sabemos todo lo que hay que saber acerca del universo.

Puede ser que un dia descubramos una teoría unificada completa que prediga todas esas cantidades [fundamentales de la ciencia], pero también es posible que algunas, o todas ellas, varíen de un universo a otro, o dentro de uno único.

Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera.

Como sentado en un trono real, el Sol gobierna la familia de planetas que giran alrededor suyo.

La imagen moderna del universo se remonta tan sólo a 1924, cuando el astrónomo norteamericano Edwin Hubble demostró que nuestra galaxia no era la única.

Quienes pueden mirar el Universo y la vida con una mirada positiva y sana, ésos te creerán; pero los que piensan que sólo las cosas horribles son verdaderas, consideran que la oscuridad es luz y la luz oscuridad.

A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa.

El hombre debería observar, más que el esplendor del firmamento de bardos y sabios, el rayo de luz que atraviesa su alma desde dentro.

Sólo hay una razón para hacer algo: que eso sea una afirmación ante el universo de Quienes Sois.

El amor se hace y se deshace en un universo en donde los hombres no intervienen.