–Un libro —dije—. Usted está escribiendo un libro. —Hablé con la golosa muy áspera. –Siempre experimenté la mayor admiración por los que saben escribir libros. —Luego miré la primera hoja, y tenía escrito el nombre, LA NARANJA MECÁNICA, y dije: –Caramba, es un título bastante glupo. ¿Quién oyó hablar jamás de una naranja mecánica?
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