“No puedo seguir viviendo conmigo mismo”. Este era el pensamiento que se repetía continuamente en mi mente. Entonces súbitamente me hice consciente de cuán peculiar era este pensamiento. “¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo mismo, debe haber dos: el ‘yo’ y el ‘mí mismo’ con el que ‘yo’ no puedo vivir”. “Quizá”, pensé, “sólo uno de los dos es real”.