Hay que haber empezado a perder la

Hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sea sólo a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida. Una vida sin memoria no sería vida, como una inteligencia sin posibilidad de expresarse no sería inteligencia. Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento, Sin ella no somos nada.

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Buñuel, L. (1982), Mi último Suspiro, p. 7, Barcelona: Random House Mondadori, ISBN: 978-84-9759-504-9

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