Poco a poco procuraba manifestar mi voluntad y deseos a los que podían cumplírmelos; pero no podía manifestárselos bien, porque mis deseos estaban dentro de mí, y aquellas personas estaban fuera; y por ninguno de sus sentidos podían recibir ni penetrar el interior de mi alma. Por eso me agitaba, daba voces, y hacía aquellas pocas señas y ademanes que podía […] Y cuando no me daban los gustos que pedía […] me vengaba de todos con llorar.
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