Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.

Un verdadero profesor espiritual no tiene nada que enseñar en el sentido convencional de la palabra, no tiene nada que darte o añadirte […] Su única función consiste en ayudar a librarte de aquello que te aleja de la verdad de lo que eres, y de lo que sabes en el fondo de tu ser.

Cuando no se comprende correctamente la naturaleza psicológica, no se pueden clarificar de ninguna manera las relaciones del pensamiento con la palabra en toda su complejidad real.

Hablamos, hablamos, y las palabras se suceden, pero sólo cuando la música de la voz nos prepara para el punto final comprendemos al fin dónde nos llevaban.

Aspiras a entender
la ecuación de la duda,
el contorno del fuego
o el trazado del tiempo.

Pretendes formular
el latido preciso,
la palabra adecuada
que descifre el silencio.

El silencio no es el entorno natural para las historias. Las historias necesitan palabras. Sin ellas palidecen, enferman y mueren. Y luego te persiguen.

Una vez aprendemos a hacer sentir de manera diferente a nuestros interlocutores, en vez de hacerles entrar en razón, seremos mejores comunicadores. Además, hacer sentir requiere menos palabras, esto es, menos esfuerzo por nuestra parte y por parte del oyente para recordar nuestro mensaje.

Existe un lenguaje que va más allá de las palabras.

Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.

La palabra se pospone: su violencia es su ocultación.

En España, hay un hombre que gobierna el pais y que se cree Dios. Quiere que todos comulguen con su palabra. Eso es una pura dictadura.

-Bien, ella se lo pierde, no yo -respondió el cohete-. No voy a dejar de hablarle meramente porque no preste atención. Me gusta escucharme cuando hablo. Es uno de mis grandes placeres. A menudo sostengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una sola palabra de lo que me digo.

Si aceptamos la idea de que hablamos con el fin de influir en el otro para que se vuelva receptivo a nuestros propios afectos, comprenderemos la necesidad de esos pequeños flechazos.

Las cosas no se arreglan con sólo palabras elocuentes.

Las palabras más silenciosas son precursoras de la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo.