La ciudad despierta llena de luces: largos rosarios amarillentos iluminan las calles, y la gente va presurosa en sus vehículos, que hormiguean por ellas, entre brumas, con brillos tenues, como serpenteantes luciérnagas en la huidiza oscuridad.

Por muy larga que sea la noche, el amanecer llegará.

La mano oye también, Eduardo: la rigurosa soledad
           de este trazo que conduce de tu sombra a tu nombre,
           con la abulia del sol, con la mudez de los días.

Todo empezó a zumbar, a oírse lejano, mi sombra salió entonces para decirme dulcemente: “tu vida está en juego ahora, se irá en unos minutos, veremos como te portas”.

A mí, la abadesa me ha asignado una tarea distinta de la suya: escribir esta historia, pero todos los trabajos del convento, tendientes como son a un único fin, la salvación del alma, es como si fueran uno solo.

El proceso de generación de información biológica puede ser visto esencialmente como un proceso autocatalítico eterno en el que los estados temporales del pasado y el futuro están vinculados en una relación de coevolución. La ola de la causalidad va desde lo que llamamos el pasado a lo que llamamos el futuro y de regreso al pasado a través de la era del Big Crunch a una nueva era del Big Bang sin interrupción.

El encuentro con la [propia] sombra es indefectible.

Lo que se pierde en una casa se gana en otra.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nva que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Ese alma excelsa que yo tenía en mi poder pignorada, me la han quitado de las manos con la mayor frescura. ¿A quién iré ahora a quejarme? ¿Quién me hará justicia en mi legítimo derecho?
Mefistófeles

Sí, es cierto, el papel es paciente, pero como no tengo intención de enseñarle nunca a nadie este cuaderno de tapas duras llamado pomposamente «diario», a no ser que alguna vez en mi vida tenga un amigo o una amiga que se convierta en el amigo o la amiga «del alma», lo más probable es que a nadie le interese.

No hay mal que por bien no venga.

El rumor, una vez lanzado, se nos escapa, hace su vida, crece sin que sea posible controlarlo. Lo que inicialmente era inocente puede desembocar en crueles estragos, y nuestra invención puede causar víctimas que no habíamos previsto ni deseado.

Alea iacta est
Alea jacta est. La suerte está echada

Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin.